martes, enero 22, 2013

Django Unchained



1 - Hay cineastas maestros con cuyas películas uno sufre, los hay con los que se asombra pero quizá se aburra, los hay muy finos en el arte del entretenimiento y el espectáculo aunque sus obras no contengan miga, los hay con demasiada miga y tan densos que uno no vuelve a ver sus películas aunque le hayan gustado. Y luego está Quentin Tarantino, que no se parece a nadie y que tal vez sea el director más revolucionario en décadas. Sus cintas despiertan fanatismos y odios por igual, y yo estoy en el primer bando (siempre lo he estado: desde que se me cayó la mandíbula viendo Reservoir Dogs en un festival de cine de mi ciudad; la película sólo se exhibió durante un día, en tres pases). Con los filmes de Tarantino disfruto de principio a fin. Son inagotables, contienen tantas referencias que cada uno de ellos (incluso cada escena) es para mí una magdalena proustiana que me empuja a mi infancia, a ese eterno cine de barrio de mi memoria, el cine de mis abuelos, donde consumí westerns, spaghetti westerns, cintas Z de artes marciales, terrores de serie B, thrillers y acción de baja estofa, blaxploitations, clásicos de los 60 y de los 70, noirs, erotismos de saldo e incluso obras de Kubrick, Fellini o Peckinpah. Porque, aparte de esas referencias, en Tarantino todo es disfrutable: la selección de canciones y tracks instrumentales, los actores que suelen participar en estado de gracia, los diálogos, la estructura narrativa, la fotografía y el montaje, las largas secuencias de tensión, los breves estallidos de violencia, el olfato cinéfilo para remezclar las referencias y convertirlas en algo nuevo… Y su sentido del riesgo: poner flamenco en una lucha a lo samurái, rap en un western (o un southern, como QT ha denominado a su última película), música de duelos en una cinta bélica…    

2 - Por esas y otras razones se entenderá que me vuelva loco con cada una de sus películas (y me gustan todas casi por igual). No sólo las analizo y las disfruto, sino que paso días y noches pensando en ellas. Vi el viernes Django Unchained en un cine de versión original y no dejo de pensar en ella desde entonces.

3 - En primer lugar por su cóctel de referencias y de guiños y de homenajes (cito algunos: El búfalo blanco, Shaft, Lo que el viento se llevó, evidentemente Django y sus secuelas e imitaciones, El gran silencio, los tres Sergio’s [Leone, Corbucci y Sollima], Mandingo, Le llamaban Trinidad, Dos mulas y una mujer, Ennio Morricone, Forajidos de leyenda, Bonanza, Alexandre Dumas, Infierno de cobardes…) y todos los cameos de viejas glorias y/o de secundarios antaño célebres (el Ted Neeley que encarnó a Jesucristo Superstar, los antiguos villanos de los 80 James Russo y James Remar, el Russ Tamblyn de Siete novias para siete hermanos, Don Johnson, Franco Nero, Jonah Hill, Bruce Dern, Robert Carradine, Tom Savini, la Zoe Bell de Death Proof, sus habituales colaboradores James Sparks y Michael Bowen…), que a mí me entusiasman y que me devuelven a esas películas  de mi infancia.    

4 - En segundo lugar, por la solidez del guión y de los diálogos. Sus personajes se caracterizan por las largas parrafadas, por parlamentos y frases que el cinéfilo acaba aprendiéndose. Por momentos antológicos en los que se combinan el homenaje, la parodia y la crudeza (la burla del Ku Klus Klan es algo que jamás habíamos presenciado). Si no gana el Oscar, será una de las mayores injusticias de los últimos tiempos. Guión al que acompaña una dirección que no deja de sorprender.

5 - En tercer lugar, por las interpretaciones de los actores. En un primer nivel, para mí, están Christoph Waltz, Samuel L. Jackson y Leonardo DiCaprio. En el segundo, Jamie Foxx, Kerry Washington y Don Johnson. Pero si tuviera que elegir una sola actuación, me quedaría con la de DiCaprio porque hace algo que nunca le habíamos visto hacer: convertirse en un asqueroso y despreciable cabrón que mete miedo con la mirada aunque carezca de las dimensiones físicas de su antagonista.

6 - En cuarto lugar, por la estructura en, digamos, tres actos. El primero es el más divertido (y el que parece preferir el público), que toma el modelo de las películas de viaje y de colegas. El segundo transcurre en las propiedades del personaje de DiCaprio, y es el más reposado y, para mí, el mejor. El tercero abarca un montón de tiroteos y de sangre y de locura. Me quedo con el segundo porque es ahí donde Tarantino incluye una de las cumbres de su obra y una de sus señas de identidad: toda la tensión que genera la presencia de Calvin y sus hombres, una tensión que puede cortarse con cuchillo y que sabemos que explotará en algún momento (como ocurría, por ejemplo, en la discusión de Rubio, Blanco y Rosa en Reservoir Dogs; en el momento de la libreta de Kurt Russell en Death Proof; en la cafetería de Pulp Fiction; en la charla que mantienen Samuel L. Jackson y Robert De Niro en la furgoneta de Jackie Brown; en la cervecería de Inglourious Basterds; en numerosos momentos de Kill Bill I y Kill Bill II; e incluso en la apuesta final de su segmento de Four Rooms). En esto Tarantino es el gran maestro. Y esa tensión, por si fuera poco, la suelen crear los diálogos y nunca desemboca en lo que cree el espectador que va a ocurrir. En el cine de Tarantino suele suceder lo inesperado.

7 - En quinto lugar, por su lectura justiciera y revanchista. QT sabe que no puede cambiar la Historia y que ésta suele ser cruda y despiadada. Pero en el cine sí puede hacerlo por su condición de arte libre y de caja de sueños. Por eso, si en Basterds nos mostraba a judíos que cortaban cabelleras a los nazis, aquí da otro paso arriesgado y nos presenta a negros que se liberan (real y metafóricamente) de sus cadenas y ponen orden entre esclavistas, negreros y negros sumisos a los blancos. El cine es capaz de eso y de mucho más. QT parece decirnos: en el pasado, negros y judíos las pasaron putas, pero en mis películas tienen manga ancha para tomarse la revancha. Django Unchained convierte El anillo de los nibelungos (la leyenda la cuentan en la película) en un western en el que un héroe negro trata de sobrevivir a la esclavitud y a la violencia para rescatar a su amada, un hombre que aprende a dominar el revólver y la lengua en una demostración de fuerza e inteligencia. Por todas esas razones, ya digo, para mí es una película perfecta que, como el resto de su obra, veré varias veces en el cine y luego compraré en dvd y analizaré cuantas veces sea necesario.