lunes, septiembre 03, 2012

10.000 formas de morir, de Alex Cox




Encontré este libro (subtitulado La visión de un director sobre el spaghetti western, editado en Argentina y con prólogo de Fernando Martín Peña) en una librería de Madrid especializada en cine. Fue una sorpresa por tres razones: no sabía que existía dicho libro; es sobre uno de mis géneros favoritos; y lo ha escrito Alex Cox, cineasta rebelde y vanguardista.

Cox analiza las películas más importantes del género y lo hace por años. Nos ofrece la sinopsis, los detalles de la trama y del rodaje, algunas particularidades del filme y su importancia en el tiempo. Consigue no sólo contagiarnos su pasión por el spaghetti western, sino revelarlos anécdotas que yo no conocía, pese a que es uno de mis géneros predilectos. Así, pasan por estas páginas los análisis de películas como la trilogía de Leone con Clint Eastwood (sin olvidar Hasta que llegó su hora y ¡Agáchate, maldito!), las sagas de Django o Sartana, las comedias de Trinidad, los títulos de culto en los que participaron Gian Maria Volonte, Lee Van Cleef o Tomas Milian y rarezas del calibre de Si estás vivo, ¡dispara! (Oro maldito, en España), Cara a cara o El halcón y la presa. Como curiosidad: los mejores directores del género se llamaban Sergio, como lo demuestran los filmes de Sergio Leone, Sergio Sollima o Sergio Corbucci.

Un festín absoluto. A Cox sólo le reprocho dos cosas: que se extienda tanto en las sinopsis y que le tenga tanta aversión a Eastwood. Un fragmento:

Como su dinero venía de productores italianos y de arreglos de coproducción europeos, Sergio Leone no tenía que hacerle caso al Código Hays. Y, como no había guardianes, podían existir films transgresores como Django, Si estás vivo, ¡dispara!, o El gran Silencio. Como no había tratos de coproducción con el Pentágono, estas películas podían ser críticas y hostiles con los militares y criticar los horrores de la guerra. Los spaghetti westerns son, en gran parte, películas anti-capitalistas, anti-intervencionistas y radicales que, disfrazadas de films de vaqueros, criticaban severamente la política exterior e interior de una superpotencia: Estados Unidos. Incluso Leone, que llegó a ser enormemente popular en aquel país, continuó con su discurso de que los hombres de negocios y su dinero eran la semilla del mal. Damiani, Petroni, Corbucci, Questi y otros fueron mucho más lejos, explorando los territorios más oscuros del género. 


[Traducción de Nicanor Loreti]