miércoles, noviembre 23, 2011

Submarino, de Joe Dunthorne



Me he enterado asimismo de que mis padres llevan dos meses sin mantener relaciones sexuales. Controlo sus momentos íntimos por medio del regulador de intensidad de luz de su habitación. Sé cuándo lo han hecho porque a la mañana siguiente el interruptor está todavía situado en la mitad de su recorrido.
Descubrí también que mi padre sufre episodios de depresión: en la papelera de mimbre que hay debajo de su mesita de noche encontré un frasco vacío de antidepresivos tricíclicos. La depresión te ataca por asaltos. Como un combate de boxeo. Mi padre está en el rincón de la tristeza.
Si quiero determinar el inicio de un episodio de depresión de mi padre no me queda otro remedio que recurrir a toda mi intuición. Hay dos señales. Una: lo oigo vaciar el lavavajillas desde mi estudio, que está en la buhardilla. Dos: cuando escribe, presiona el bolígrafo con tanta fuerza que, desde un determinado ángulo, es posible ver sus notas de dos o tres días marcadas en la superficie del mantel de plástico que se limpia tan fácilmente y que utilizamos para cubrir la mesa.


[Traducción de Isabel Murillo]