viernes, abril 15, 2011

Hoy, en Madrid


Presentación de Asco. Estaré acompañado de los escritores Óscar Esquivias y Mario Crespo y de la editora Clea Moreno. A las 20:30 horas. Librería Tipos Infames (San Joaquín, 3. Malasaña, Madrid). El flyer de abajo lo ha hecho mi colega Pepe Pereza. Os dejo con otro fragmento del libro:




Durante ese tiempo en el barco ni siquiera me planteaba quién era yo, quién era en la realidad, en tierra, o sea en el pasado, no había preguntas entonces y por tanto no había búsqueda de respuestas, las conexiones mentales con lo que habíamos dejado atrás eran mínimas, de ese modo garantizaba mi huida temporal de los problemas, porque sólo así puede uno estar de vacaciones, para eso sirven, para olvidarse de todo y de todos, de dónde vives y a qué te dedicas y qué hiciste en los años inmediatos y qué circunstancias te condujeron a ese crucero y qué pasos diste para ser de una manera y no de otra. En el barco hay que soltar las amarras, olvidarse del pasado y de lo que dejas atrás, es el método para no asfixiarse en alta mar. Pero digo que no hubo contacto y en realidad sí hubo algo de contacto: envié mensajes a tres o cuatro personas, para que supieran que las llevaba conmigo a bordo. En especial a mi madre, porque ella había enfermado de cáncer el año anterior, y su situación propiciaba mi angustia y siempre la tenía en mente y mi sueño era ligero e intranquilo desde su enfermedad, y ésta presidía nuestras vidas cotidianas. Este recuerdo, que acentuó mis tormentos, no supone necesariamente que uno deba acordarse de su identidad y de su pasado. Yo era como ese hombre con amnesia cuya memoria se le hurtó, pero que aún es capaz de reconocer a su madre. La vida del marinero debe resultar insoportable a ratos, pensaba yo en el barco. Rodeado por el agua y lejos de su tierra y sin posibilidades de correr hacia los suyos si sentía nostalgia de ellos. Dada esa impotencia, lo mejor era sumirse en una especie de limbo donde habitara el olvido o donde simplemente uno evitase mirar hacia atrás. La nostalgia y la morriña no son benignas, pueden carcomer a un ser humano hasta convertirlo en un esqueleto de dolor e impaciencia, pueden devorarlo poco a poco hasta que los nervios también se lo comen. A bordo de un navío nunca se debe mirar atrás, tal vez sólo hacia delante, de lo contrario podrías enloquecer. Lo único que cuenta es seguir el camino sin preocuparse: ya llegará el navío al origen, en algún momento volverá al pasado, a la tierra y a la familia de la que uno salió, pensaba yo en el barco. Si nuestros familiares hablaban de planes futuros, de preparar otro crucero dentro de unos meses, en seguida decíamos que ya se iría viendo, que era pronto, aún teníamos que disfrutar de lo que estábamos viviendo. Pero yo creo que la razón era distinta: que evitábamos hablar de planes para seguir habitando sólo el presente. Estás en el barco, estás en alta mar, así que no te preocupes del resto. Todo llegará.