lunes, abril 18, 2011

Después de la presentación


Las dos presentaciones del libro (una en Zamora y otra en Madrid) han sido, para mí, memorables. En la primera tuve como compañeros de mesa a la editora Clea Moreno y al escritor David Refoyo, ambos amigos. En la segunda, el viernes pasado, me flanquearon los también escritores y amigos Mario Crespo y Óscar Esquivias. Un lujo. El primero habló de la persona; el segundo, de la obra. Ambos análisis me parecieron emotivos, honestos, certeros... para quitarse el sombrero. No sólo lo digo yo: durante las cañas posteriores me lo hizo saber bastante gente. Aparte de mi editora y mis presentadores, acudieron familiares, amigos, lectores, poetas, escritores, y, por supuesto, mi novia. Mención especial merecen Francesco Spinoglio, que vino de Barcelona, y Miguel Sanfeliu, que vino de Valencia. Y también estaban casi todos mis amigos de Zamora. Me he sentido muy arropado. No creo merecer tanto cariño. Para mi sorpresa, Asco está gustando mucho. Jamás hubiera imaginado que la gente se enganchase, sobre todo porque ya en el índice (situado al principio) dejo las cartas sobre la mesa, anunciando la ruta del protagonista.
Al día siguiente de la presentación estuve en la despedida de un colega y la parranda duró veinte horas. Sólo ahora he reunido algunas fuerzas para escribir este post.
Como suele suceder en estos eventos literarios, me llevé a casa unos cuantos regalos. Mario Crespo se encontró al llegar a Tipos Infames con su libro, aún caliente de la imprenta: Cuento kilómetros (imagen superior), la siguiente apuesta de Eutelequia. Supongo que empezará a distribuirse ya en las librerías. Otra de las sorpresas, al abrir mi ejemplar ayer y echarle un ojo a las primeras páginas, ha sido encontrarme en la dedicatoria. Esos detalles emocionan. Volveré a releer pronto estos relatos breves de Cuento kilómetros. Sigo pensando que es una de las mejores obras de Mario.




Francesco Spinoglio me trajo Tar, una novela del gran Sherwood Anderson, imposible de encontrar ya por ahí. Esta edición data de 1948 y la consiguió en algún mercadillo.




Y Mario me trajo también La presencia por la ausencia, el poemario de Sofía Serra. 
Como digo: fue una noche memorable. GRACIAS por estar ahí.