jueves, marzo 10, 2011

No son palabras sino gritos

Que la poesía haga daño. Que meta la mano hasta arrancarte
el estómago.
Que la poesía no sea hermosa ni nos haga acudir a teatros,
a salas de actos pulidas y con sillas en fila.
Que la poesía provoque el vómito, la fiebre, que no nos deje
dormir en mitad de la noche.
Que no venga después de ella el amor, la calma o una cena,
que venga el hueco, la vigilia, el laberinto, el vagabundeo sin
origen ni final.
Que no haya final después de ella, que agarre los ojos y los
vacíe
para poder ver más allá de ellos.
Que ensucie el agua, la boca, la sangre, que bese la derrota,
que rasque la costra de la herida para que sangre.
Que duela, que duela hasta quebrar la hipocresía, la apariencia,
que queme, que no sea ni un canto, ni un suspiro,
que tenga la fuerza rabiosa de la vida. No cantos sino gritos.
No son palabras sino gritos lo que pongo ahora en tu mano.
Repito: no son palabras sino gritos lo que tienes ahora en
tus manos.
Vacíos del existir. Gritos. Insomnios parecidos. Gritos.
No hay álamos ni brisas... Ni paisajes, ni amor, ni nostalgia.
Gritos.
Te grito al oído que me duele el mundo hasta casi morir.
Son gritos, te repito, no palabras, lo que escribo aquí.
Y no es la poesía un lugar donde yo jugar...
No implico a nadie, no corrijo...
No es para mí la poesía un sitio donde jugar...
Sino un lugar donde sufrir y a la vez dejar de sufrir.
Me alimenta, la necesito para vivir.

Y tal como llega la palabra llega el vómito,
y llega una paz para mi cuerpo, mis ojos,
para mi alma-vientre dolorida...
Llega una paz para mi cigarro hundido en la piel,
la paz de una mujer cenicero,
o una culebra sucia o reina, da lo mismo.

No se trata para mí de un trabajo, no me esmero, no cuadro, no
perfilo, no borro, no reviso, no perfecciono. Son gritos.

Quememos la poesía sin alma, sin dolor, sin rabia, sin verdad.
Quememos una vida sin poesía, sin dolor, sin rabia, sin verdad...
Como la pintura que se vende para hacer conjunto con los
muebles, como la música para escuchar de fondo.
Poesía de mentira, pasatiempo, osadía del hipócrita,
escultura para hacer conjunto con el mobiliario.
Poesía verdadera; vómito de gentes. Poesía que ni es poesía siquiera...
Porque la poesía es vida; sólo vida... En palabras que gritan...
Es grito.
Porque os repito: no son palabras sino gritos lo que escribo.


Princesa Inca, La mujer-precipicio