martes, agosto 31, 2010

Nacho Gallego / El lenguaje de las células


Curioseando el boletín de novedades de Mondadori para esta temporada, me ha llamado la atención el nombre del ya fallecido Nacho Gallego, a quien Caballo de Troya publicará póstumamente su libro El lenguaje de las células y otros viajes. Porque la biografía dice así:

Nacho Gallego nació en Madrid en 1971. Pasó gran parte de su infancia y primera juventud en Zamora. Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid. Sus trabajos en distintas organizaciones e instituciones internacionales le llevaron a viajar y conocer muy diversos países. Fallecido en Zamora en 2007, El lenguaje de las células y otros viajes es su libro póstumo.

Me interesa porque nació un año antes que yo y vivimos en la misma ciudad y yo no sabía de su existencia. El argumento, además, es autobiográfico, con lo cual mi interés se duplica. Según el boletín de novedades de Mondadori:

Una narración en clave autobiográfica centrada en la figura trágica de Joan, a quien a sus veinticuatro años de edad le descubren un tumor maligno de testículo. Sometido a un primer tratamiento de quimioterapia en Barcelona, trata de continuar sus trabajos como cooperante en Argentina y recorre el país de arriba a abajo lleno de curiosidad e interés descubriendo nuevos horizontes y experiencias. Nuevas recaídas le obligan a interrumpir su actividad. En Buenos Aires encuentra a la que será su mujer y compañera con la que se trasladará a la India para encontrarse con todo un mundo nuevo. Su inquietud vital le lleva a viajar por toda la India, por Vietnam, China y Bután hasta que la amenaza de la enfermedad vuelve a hacerse presente y se somete a una cura ayurvédica, un antiguo sistema de medicina india, en la selva de Kerala. Nuevos viajes, nuevas experiencias: el Tibet y el encuentro con una nueva forma de enfrentarse
a la vida y a la muerte. Nueva recaída y regreso final a Barcelona.
Esta es la historia y los paisajes de una vida que no se resignó a cobijarse en el miedo ni aceptó vivir en el desespero. Espejo a lo largo de un viaje interrumpido pero no equivocado. La narración póstuma de un escritor que creyó en el futuro, eligió vivir en plenitud su presente y se encontró así con la sorpresa acechante de la escritura: «No fue idea mía embarcarme en este viaje. Y, sin embargo, no puedo concebir qué sería hoy mi vida sin esta aventura inesperada».