martes, agosto 31, 2010

Hombres sin suerte, de Juan Velázquez


Joder. Si pudiera irme de aquí para lo que me queda de vida. Sólo pido eso. Con esta puta humedad cualquier invierno me ingresan y acabo conectado a la botella de oxígeno para siempre. El bar cierra, y yo qué. A pasear y a pasar el rato sentado en un banco. Eso no. No puedo. No tengo salud. Como me agarre otra bronquitis como la del año pasado, me ingresan. Seguro. Entrar y salir del hospital. Hasta que un día me quede allí. Tengo que escaparme al Mediterráneo. Allí no hace frío y la vida es más barata. No me conoce nadie. Ya me lo montaría de alguna forma. Hacen falta unos milloncitos. No muchos, los justos para comprarme algo barato e ir tirando con la pensión de autónomos. Tengo que hacer algo. Lo que sea. Peor no puedo estar. No me merezco un final así.