miércoles, julio 28, 2010

La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche, de Franz Overbeck



Al regresar de una estancia de varias semanas en Sajonia, el 24 de septiembre de 1895 me dirigí desde Leipzig a Naumburg y visité a la Sra. del Pastor Nietzsche. Fui su invitado durante varias horas y volví a ver a su hijo. ¡Qué cambio tan horrible se había operado en Nietzsche! Durante aquella jornada pude verle por la mañana y de nuevo después del almuerzo. En ningún momento abandonó su butacón de enfermo. No me dirigió la palabra, tan sólo a ratos orientaba sus ojos hacia mí con la mirada quebrada y parcialmente hostil. Tuve la impresión de estar ante un animal moribundo y noble que se refugia en un rincón a esperar la muerte. Ignoro si llegó a reconocerme en algún momento y dudo mucho que fuera capaz de hablar, aunque no me atreví a despejar mis dudas preguntándole a su pobre madre. Ella misma no vivió más allá de abril de 1897.


[Traducción de Iván de los Ríos]