lunes, octubre 26, 2009

Ya a la venta


La otra tarde me entrevistó Javier Belinchón para un trabajo de clase (Facultad de Periodismo; pronto colgará la entrevista en su blog). Una gran entrevista, por su parte, aunque no sé si por la mía también lo fue. Lo primero que quiso saber fue por qué motivo había reeditado Recuerdos de un cine de barrio. Creo que va siendo hora de explicarlo aquí también.

La novela se publicó hace diez años. En una editorial (hoy desaparecida) que sacó una edición limitada y sólo distribuida en Zamora y Barcelona. El libro contenía muchas erratas y se le desgajaban las páginas antes de concluir su primera lectura. En poco tiempo volaron los ejemplares. Cuando algunos nuevos lectores me preguntaban dónde podían conseguir un ejemplar, no tenía respuesta. No lo sé. Supongo que no quedan. Etcétera. Al cerrar la editorial, los derechos volvieron a mis manos, y con ello la oportunidad de reeditar la novela en condiciones: con dos lujos añadidos, es decir, la ilustración de portada de Miguel Ángel Martín y el prólogo de Tomás Sánchez Santiago (quien fue el primer defensor del libro, allá en el 99). Con un repaso al texto, para enmendar erratas de editorial y errores de principiante. Con una edición magnífica de Baile del Sol. Con una buena distribución.

¿De qué va el libro? Supongo que muchas personas aún no lo saben. Bien, es lo que llamo una autobiografía novelada, con un hilo conductor: el Cine Pompeya que tuvo mi familia, una sala donde se proyectaban películas en sesión continua y doble. Por ejemplo: ibas a ver una de kárate y te quedabas a ver la siguiente, que tal vez fuera una porno. También hubo hueco para otros géneros, para películas de autor, incluso en versión original subtitulada. La novela, pues, describe mi infancia asociada a las vivencias relacionadas con ese edificio: no sólo las películas, sino también el trato con porteros y acomodadores, la observación de clientes, las aventuras de un proyeccionista a menudo beodo… No faltan otras cuestiones que todos hemos conocido: la escuela, las chicas, las primeras masturbaciones, la familia. Alguna persona, sin haberlo leído, me ha dicho que parece Cinema Paradiso. No es así. Aquí no hay tanto azúcar. Aquí no hay tanto romanticismo. Aquí se contrapone el brillo del cine con el gris de la realidad. Hoy, el Pompeya ya no existe. En su lugar queda un edificio de viviendas. Quiero creer que, en estas páginas, aún lo mantengo vivo.

He visto ejemplares expuestos en algunas librerías. Lo digo para quienes me preguntan. En otras lo tienen registrado, pero no a la vista: estará preso en el almacén. Es cuestión de pedirlo para que lo saquen. En Zamora lo venden, por ejemplo, en Semuret y Miguel Núñez. Y aquí dejo el link a algunas librerías de Madrid y Barcelona:
Fnac, La Casa del Libro, La Central, Laie, Librería Cervantes, Paquebote, Librería Cámara, Librería Proteo, Librería Méndez (Calle Mayor).