domingo, abril 26, 2009

Déjame entrar


Es una de las películas más extrañas de vampiros que han pasado por la cartelera. Inquieta y sorprende, aunque no da miedo a pesar de tres o cuatro escenas preñadas de atrocidades. Es una historia de amistad (y de amor) entre dos adolescentes: un niño rubio acosado por sus compañeros de clase y una niña morena que esconde a una vampira. Menciono el color de pelo porque me parece importante: los contrastes entre lo claro (pelo rubio, luz, nieve: señas de identidad del muchacho y de los lugares por donde se mueve) y lo oscuro (pelo negro, sombras, noche: señas de identidad de la chica) simbolizan también la personalidad de cada personaje; luego descubrimos que ni él es un angelito ni ella una diablesa, como si intercambiaran los roles a veces. Lo mejor es que el director sabe siempre dónde colocar la cámara para contarnos un cuento de vampiros de una manera diferente, de forma que su punto de vista aporta la poesía y el horror. No hay colmillos y apenas efectos especiales. Por otro lado, no es la obra maestra que muchos han querido ver. A mí no me lo ha parecido, aunque salí muy satisfecho del cine.