sábado, agosto 30, 2008

Car crash

Uno se imaginaba que los actores de Hollywood de hoy no tenían accidentes de coche. Que habían aprendido de lo que le ocurrió a James Dean. Siempre he creído que contaban con un chófer, excepto aquellos que quieren apurar la noche hasta sus últimas consecuencias y son atrapados en controles de policía con un revólver en la guantera y los bolsillos y el organismo llenos de drogas y alcohol: esos actores a los que luego fichan y sus imágenes dan la vuelta al mundo. Este verano está siendo fecundo en noticias relacionadas con actores y accidentes de coche, que en inglés llaman “car crash”. Shia LaBeouf, una de las nuevas incorporaciones a la saga de Indiana Jones, sufrió hace poco un accidente de automóvil. Iba borracho y fue arrestado. Se rumoreaba que podía perder el dedo meñique de la mano izquierda. Dado que sus lesiones están protegidas con vendajes y tablillas, y que se encontraba a mitad de rodaje de la secuela de “Transformers” cuando se dio el golpe, el director ha decidido incorporar las heridas en la mano al argumento de la película. De lo contrario tendrían que paralizar el rodaje, lo que supone pérdidas millonarias.
El coche de Morgan Freeman dio varias vueltas de campana. Salvó el pellejo de milagro, pero el golpe le dejó varias fracturas. Recordemos que Freeman tiene sesenta y un años. Que se salvara es casi un milagro. Hace unos días, la joven actriz Amanda Bynes, vista en el remake de “Hairspray”, tuvo otro accidente. Un accidente menor, del que salió ilesa. Pero el conductor del automóvil con el que chocó tiene heridas leves. Aunque no están tan relacionados con el cine, los Beckham acaban de salvar la piel después de otro terrible accidente de coche en Francia. Probablemente nadie recuerde el nombre de Dan Haggerty. Yo ni siquiera sabía que se llamaba así. Fue el protagonista de la serie “Grizzly Adams”, que la gente de mi generación recordará. La mujer de Haggerty murió hace unos días en un accidente de motocicleta. El gesto noble del verano lo ha protagonizado George Clooney. El actor conducía su coche en Italia y le dio un golpe al Lancia de una mujer. Reconoció su culpa y luego tuvo este detalle que muestra su carisma y su elegancia: cuando ella fue a buscar el vehículo al taller, se encontró con que el actor le había comprado un coche idéntico, otro Lancia del mismo modelo, que incluía una nota. En la nota había escrito: “Lo siento mucho. Espero que me perdone. George Clooney”. Supongo que a la mujer se le caerían las bragas al ver el regalo y la nota. Joan Hyler, agente de Bob Dylan y de Madonna, fue hospitalizada hace unos días tras darse un golpe con su vehículo. Pero lo más grave es lo que ha tocado a la familia de la actriz Helena Bonham Carter: cuatro de sus familiares han muerto en un accidente de autobús en Sudáfrica. Estaban de safari y el bus volcó. Fallecieron sus tíos y su sobrino y la mujer de otro de sus primos. Se salvó una de sus primas.
La mayoría de estas noticias apenas alcanza trascendencia en los medios de España. Pero yo las sigo en inglés. Las leo en las páginas especializadas de cine, webs norteamericanas que te sirven al minuto la información. Después de leer el párrafo anterior, parece como si el mundo del espectáculo hubiera sufrido este verano una maldición. No es así, pero no deja de ser curioso. Tantos accidentes de tráfico relacionados con el mundo de las estrellas. Los malditos coches. Uno pensaba, en su ingenuidad, que las estrellas actuales iban sentadas en el asiento de atrás mientras el chófer hacía el trabajo sucio. Ya veo que no.