lunes, julio 28, 2008

Sushi

Antes, cuando iba a los restaurantes chinos y me ofrecían los palillos para comer, los descartaba y pedía cubiertos. Cuchara, tenedor y cuchillo. Para no tener que aprenderme nuevos manejos ni cambiar costumbres. Usted déme lo de siempre. Uno, sin embargo, debería adaptarse a otras culturas y a otras tradiciones en la medida de lo posible. A los restaurantes chinos ya no voy porque la comida no me seduce, o al menos la comida china que he probado en los restaurantes de España. Y antes solía ir porque no quedaba más remedio: cuando vas en grupo a cenar no siempre sale lo que tú quieres. Recientemente estuve en un restaurante japonés y decidí aprender a utilizar los palillos de madera. No es tan difícil. Si lo hice yo, cualquiera puede hacerlo. Digo esto porque soy muy torpe, un manazas.
Hace años que quería probar la comida japonesa. Escuchaba estas opiniones: “No vayas, que allí comen el pescado crudo”, “Es demasiado caro”, “Seguro que la comida es asquerosa”. En Madrid existen muchos restaurantes japoneses. Y no me refiero a locales de menú japonés con dueños españoles y camareros españoles y cocineros españoles. Sino a restaurantes con japoneses, que cocinan y atienden y sirven ellos la comida. Fui, por primera vez, dos meses atrás. Por probar. Soy de los que opinan que se debe degustar la gastronomía de otros países: comida mejicana, turca, griega, japonesa, rusa, etcétera. Al menos una vez en la vida, para saber si te place o no. La cocina japonesa, en mi opinión, es de lo mejorcito que he comido nunca. Son platos ligeros, con una presentación minimalista que no suele dejar con hambre (aunque alguna vez, lo confieso, he repetido porque me rugían aún las tripas). Todo parece sencillo, liviano, leve como una pluma, pero alimenta y es muy sano. Salvo que pidas carne, que no es lo habitual, si optas por lo típico estarás haciéndole un favor a tu estómago: arroz blanco, verduras hechas con tempura, atún, trucha y salmón crudos o ahumados. Y sus nombres: maki, sushi, sashimi… ¿Y qué decir del sake? El mejor licor de arroz que he probado me lo han servido en los locales japoneses. Cuando pides una botella del exquisito sake, te preguntan si lo quieres frío o caliente. Siempre lo elijo frío para que me refresque el gaznate. Me entusiasma el sushi. He aprendido que hay diversas clases. Quizá el más famoso o el más rico sea el norimaki, esos rollitos que parecen hechos con la minuciosidad de un relojero, envueltos en hojas de nori. Espero no confundir el nombre, aunque todo podría ser. En algunos locales ponen dentro del rollo una gota de wasabi. En otros, lo ponen en el borde del plato para que el comensal se eche al gusto. Para quien no lo sepa, el wasabi es una pasta verde hecha con nabo y pica como mil demonios. Si te pasas con la cantidad, es probable que sientas que el picor te sale por la nariz y te lloran los ojos. Es cierto. A mí me ocurrió la última vez. Me cayeron un par de lagrimones. Algo que también supuso un sabor nuevo para mi paladar fue el jengibre en conserva. No lo conocía. Lo sirven de acompañamiento, en finas láminas. Hay gente que dice que sabe a colonia. A mí me gusta, pero reconozco que su sabor es muy fuerte. También suelo pedir, de postre, el helado de té verde. Uno de los más sabrosos que he comido nunca.
Un día compramos en un supermercado los ingredientes necesarios para preparar en casa algunos platos de comida japonesa. Logramos los sabores, esa mezcla explosiva de pescados, arroces y picante. Logramos el toque. Pero no salió bien la presentación del sushi. Los rollos parecían hechos por un churrero novato.