jueves, enero 24, 2008

apuntes autistas, de Alberto Fuguet


Merodeaba por La Central de Madrid, que siempre me depara grandes hallazgos, cuando topé con este libro. Nunca había oído hablar del título, pero sí del autor, pues desde hace unas semanas leo el blog de Alberto Fuguet. Leí dos o tres frases sueltas y me lo compré. He disfrutado mucho de su lectura. Fuguet describe apuntes autistas como un libro de "apuntes, crónicas, escritos, columnas y textos".

Fuguet es uno de esos tipos que tienen las mismas obsesiones que yo (cine, cómic, literatura, viajes, música, tipografía), y por ello me siento cómodo leyéndolo. Como si charlara con un doble, con un amigo. Me siento menos solo y menos raro, menos freak. Mis obsesiones me granjean siempre, entre mis amistades más próximas, comentarios como "Estás loco" o "Eres un freak". Libros como éste me demuestran que no estoy tan solo. Porque Fuguet, que es cinéfilo, escritor, guionista, director de cine y antiguo crítico y cronista, aunque divide el libro en varios temas (viajar / mirar / leer / narrar), mezcla en cada texto su pasión por el cine y la literatura y el viaje, con una sabiduría enciclopédica.

Habla de lo que lee, de lo que devora, de lo que narra, de los viajes, de los cines en los que se mete en ciudades remotas y de las películas que ve en esos cines (menciona los Cines Yelmo Ideal de Madrid, que yo visito 2 veces a la semana), y habla de sus entrevistas o encuentros con algunos grandes (Richard Price, Woody Allen, Paul Schrader), de su amistad con Rodrigo Fresán, de sus antepasados. A Woody Allen, por cierto, le sacó cuál era la tipografía usada en los créditos de sus películas: Windsor EF Light Condensed.

Fuguet ha escrito un libro que une esas pasiones, y a la vez es muy pop, muy bloguero, muy confesional. Y tiene un capítulo absolutamente extraordinario que mezcla un par de artículos (uno de ellos, del año 2005, se puede encontrar en su blog de literatura) y que es un alegato contra los pretendidos escritores serios y el canon y a favor de Ray Loriga, Stephen King, Haruki Murakami, lo cual demuestra su condición de pre-Afterpop, el excelente ensayo de Eloy Fernández Porta.