jueves, octubre 26, 2006

Mundos paralelos (La Opinión)

El escritor escocés Andrew Crumey, muy famoso en otros países de Europa, pero menos conocido en España, trabaja además como profesor de física. Es un tipo alto y fuerte, con gafas y rostro afable, con un acento gracias al cual, quienes somos poco duchos en inglés, entendemos casi a la perfección. En persona, no parece un profesor de física, sino el actor que interpretaría a un profesor de física que también escribe, o a un escritor que también es profesor de física, como prefieran. Crumey acumula premios en su currículum y tiene varios libros traducidos en España: “Pfitz”, “El señor Mee”, “El principio de D’Alembert” y el que hoy nos ocupa, “Mobius Dick”, fascinante novela de mundos paralelos que aúna con sagacidad y mucho oficio la literatura, la música, la filosofía, la ciencia y la vida.
El acto de presentación de la novela tiene lugar en la Librería La Central, ubicada en el interior del Museo Reina Sofía de Madrid. Son las siete y media de la tarde y Crumey entra puntual y vestido con ropas informales. A su lado, el editor de Elipsis Ediciones y un traductor anglosajón. La Central supone un auténtico hallazgo, una sorpresa mayúscula. Está cerca de donde vivo, consta de tres pisos con suelos y escaleras de madera y contiene títulos difíciles de encontrar en otras librerías. Y ejemplares en otros idiomas. Así, palpo y disfruto de sendas ediciones americanas de “Escritos de un viejo indecente”, de Charles Bukowski, y de “Pregúntale al polvo”, de John Fante. Supongo que Crumey está encantado de presentar un libro en un lugar así. Los volúmenes nos rodean por todas partes cuando tomamos asiento en las sillas del tercer piso. Tras la introducción del editor, Crumey comenta algunos pormenores de su “Mobius Dick”, haciendo las oportunas pausas para que el traductor nos lo diga en español. Explica que esta obra partió del dibujo de Escher en el que una mano dibuja a otra mano y ésta dibuja a la primera. Revela, a quienes hemos ido a verle, las distintas referencias de las que nació el libro. Antaño la música, la literatura o la poesía eran consideradas como ciencias. Por eso él, asegura, no quiere hacer esas distinciones. Y por eso su novela bucea entre las posibles conexiones entre la ciencia y las demás artes. La presentación dura menos de una hora; así deberían ser todas las presentaciones literarias: cortas, efectivas e interesantes.
“Mobius Dick” es una novela que cautiva y engancha a los lectores por diversos motivos. Mezcla varias historias que suceden en distintas épocas. Parte de un cebo que nos mantiene en vilo (el protagonista recibe un misterioso mensaje en el móvil: “Llámame: H”, e indaga acerca de quién pueda ser el remitente), cuenta una antigua historia de amor, nos habla de músicos, literatos, físicos y de teorías cuánticas. Lo hace, además, gracias a una capacidad narrativa asombrosa, pues, a pesar de las explicaciones físicas, no perdemos el hilo, y cada historia está bien engarzada con el resto de las historias. Su autor propone lo que podría llegar a ocurrir si un experimento nos condujera a habitar mundos paralelos, donde el futuro condicionara el pasado y el propio presente. Algunos personajes del libro escriben el relato de otros personajes del libro. Así, vamos sumergiéndonos en universos que se conectan entre sí. Por si fuera poco, por sus páginas deambulan distintos personajes y teorías: Melville, Einstein, Schrödinger, la cinta de Möbius, el mito del doble, Thomas Mann, Goethe, Schumann, Hawthorne, el Gato Murr de Hoffmann. Lástima que la edición contenga tantas erratas; algo que uno perdona al tratarse de una editorial primeriza.